Álex Soler-Roig (Porsche 917 -Nº 1-; motor a inyección de 12 cilindros, 4.5 litros, 520 CV y un poco más de 800 kilos) acepta el reto de competir por las calles de la localidad turolense y enfrentarse a su compañero de equipo (Escudería Nacional Calvo Sotelo), Jorge de Bagration, que lo hará sobre un Porsche 908/02 (motor de tres litros, ocho cilindros, 320 CV y alrededor de unos 760 kilos). En la imagen, Soler-Roig, en la curva de “El Embudo”, mantiene a raya a un desbocado Bagration esperando un error del catalán. Pero Soler-Roig no cometió ninguno y se alzaba con la victoria frente a una máquina considerada en aquellos días como más idónea para un trazado tan exigente como era el perfil callejero de Alcañiz. El triunfo de Soler-Roig, sobre uno (una treintena escasa de unidades fabricadas) de los Porsche 917, se comentó en los foros europeos especializados con cierto asombro por las apabullantes características del prototipo alemán (potencia bruta, desmedida e imprevisible), el escenario habilitado para competir (calles estrechas, ratoneras y con asfalto ondulado y sucio en algunos puntos) y frente a un rival muy conocido y competitivo como era Bagration. Al término de la “manga” se clasificaban Julio García (Porsche 911-R) y un puñado de Alpine, provistos de diferentes grupos propulsores, en manos de Carlos López, “José”, José Teixidó… Hasta el día de hoy, si me lo permiten, nunca entendí esa imagen desdeñosa que, salvo en los medios informativos catalanes, se le impregnó a Soler-.Roig, un excelente piloto que cuajó un prestigioso palmarés personal dentro y fuera del país. Curiosamente, sin menoscabo, Juan Fernández, José María Juncadella o el mismo Bagration conectaban mejor con los aficionados y despertaban mayores simpatías. Sin embargo, Soler-Roig, era más reconocido en Europa que en su propio país.
Texto información Antonio De Leon Evora.