El primer Campeonato de la Fórmula 1 moderna (1950) estuvo constituido por 6 pruebas puntuables (Inglaterra, Mónaco, Suiza, Bélgica, Francia e Italia). Sin embargo, se disputaron otras 15 competiciones, no valederas para el certamen, que sí obtuvieron prestancia y competitividad: Pau, San Remo, París, Bari, Las Naciones (Ginebra). Ulster, Pescara, Goodwood…o nuestra prueba catalana G.P. Penya Rhin celebrada en el circuito barcelonés de Pedralbes. El francés Louis Rosier, que ya contaba con 45 años, se imponía de manera rotunda sobre uno de los imponentes Talbot-Lago T26C-DA del «Automobiles Talbot Darracq SA». El monoplaza, diseñado por Antonio Lago bajo los auspicios del ingeniero en motores Carlo Marchetti, presenta un propulsor de 6 cilindros y 4.5 litros alimentado por 3 carburadores Zenith que desarrollaban 260 CV para 950 kilos. En Zandvoort, Rosier desbancaba a sus predecesores, los Ferrari de Luigi Villoresi (125 V12; a 1’13»0), Alberto Ascari (166 F2 V12; a 1’13»5) y Peter Whitehead (125 V12; a 2 vueltas)
Texto cedido por Antonio De Leon Evora