Mercedes 220-SE 2.2


El Campeonato de Europa de Rallyes (1963) estuvo conformado por un puñado de pruebas demoledoras (Montecarlo, Los Tulipanes, Acrópolis, Copa de los Alpes, Alemania, Ginebra…), despiadadas y de una dureza técnica descabellada. El sueco Gunnar Andersson, sobre unidades Volvo (modelos 122-S y PV-544), se alzaba con el título después de mantener una enconada lucha con los mastodónticos y aparatosos Mercedes Benz, auténticas machacadoras en los terrenos más abruptos. En la imagen, a los pies de la Acrópolis ateniense, el equipo oficial Mercedes al completo tras dirimir el XI Rallye Acrópolis con el beneplácito de los dioses. A la izquierda, el equipo femenino integrado por Ewy Rosqvist (vestimenta clara)-Úrsula Wirth (Mercedes 220-SE 2.2; 12º de la General); en el centro, los ganadores absolutos de la prueba, Rolf Knoll (copiloto)-Eugen Böhringer (220-SE 2.2), y a la derecha, un joven Dieter Glemser, acompañado por su copiloto, Klaus Káiser (el nuevo 300-SE 3.0), con el que finalizarán 5º de la General. Con un peso de 1.450 kilos, espartanos y carentes de belleza superflua, los Mercedes, preparados en Grupo 2, desarrollan potencias entre los 165 CV (220-SE) y 200 CV (300-SE). A lo largo de varios días, Eugen Böhringer estuvo intimidado, a veces acorralado, por la jauría de los Volvo 122-S 1.8 (120 CV/1.100 kilos) que intentaron desbancarlo sin conseguirlo. Dos de los equipos oficiales, suecos (por supuesto), acabaron por rendirse ante la manifiesta superioridad del Mercedes: Gunnar Andersson-Valter Karlsson (2º) y Carl-Magnus Skogh-Lars Berggren (3º).

Texto información Antonio De Leon Evora

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