El escocés Jackie Stewart combinó en 1971 las pruebas valederas para el Campeonato del Mundo de Fórmula 1 (conseguía su segundo título sobre los Tyrrell-Ford) con las disputadas en Estados Unidos y Canadá (Campeonato CAN-AM) al volante de un Lola-Chevrolet T-260 (en la imagen) con el que se clasificaba 3º tras los inaccesibles McLaren-Chevy M8F de Peter Revson y Denny Hulme. Stewart, bajo los colores del «Carl Haas Team», compitió en las 10 pruebas puntuables: 2 victorias absolutas (Mont Trembland y Mid Ohio), 2 segundos puestos (Edmonton y Laguna Seca), un 6º (Donnybroke) más el 11º conseguido en Atlanta (problemas de suspensión). Con cuatro abandonos: Mosport (frenos), Watkins Glen (transmisión), Road America (temperatura) y Riverside (bomba del aceite). El Lola-Chevy T-260 es una hermosa (y feroz) criatura propulsada por un motor V8 de 8.1 litros (alimentación por inyección Lucas) que arrojan la friolera de 700 CV para 730 kilos (al menos, criaturitas…). Actualmente, un aparato de este tipo no se adquiere en el mercado del coleccionismo clásico por menos de 400.000 dólares americanos.
Un puñado de orgullosos mecánicos y preparadores argentinos posan junto al prototipo acondicionado a la Categoría Fuerza Libre, máxima expresión del automovilismo deportivo nacional de aquellos años. En el centro y con traje oscuro, posa (y apadrina el acto con su presencia) el recordado piloto Raúl Riganti, vencedor del II Gran Premio Provincia de Buenos Aires (1929) a los mandos de un Hudson F.L. y en donde Ernesto Bóssola, volante titular del Whippet-6, intentó adaptarse a una mole de 2.000 kilos, seis cilindros y con una potencia…suficiente, como diría un mecánico porteño socarrón. Meses después, Bóssola tomaba parte en el V Premio Audax (Córdoba, 1929), disputado en el mítico trazado de «La Tablada» (18,0 km.), en donde situaba al Whippet-6 en el 5º de la General, carrera dominada por Carlos Zatuszek (Mercedes SSK F.L.).